Te fuiste al lugar
donde los muertos aúllan de felicidad al ya no estar con nosotros sufriendo.
Eras huraño, agrio y taciturno. Me recordabas a los personajes de caricaturas a
los que supuestamente nadie quiere pero de igual manera son entrañables. Te fuiste al ver que ya no me encuentro aquí. Estoy con los muertos ahora y cuando
regrese de nuevo, no quiero verte, por favor.
Tú y yo no dejamos
de vivir, literalmente, eso ya lo sabemos. Te vi paseando con la chica del
local donde venden calzado para jóvenes y niños, ese en el que siempre las
vidrieras están sucias. Quién sabe por que.
La mirada que
producías era igual a la que tenía mi gato Nicanor antes de ser sacrificado.
Esa vez me causaste pena y te lo digo, no para que me odies más, sólo quiero
que te enteres de que aún camina sangre por mis venas.
Nosotros somos el
claro ejemplo de que a los seres humanos nos incomoda el hecho de ser felices.
La ocasión de tomarte la mano siempre me produjo placer. Sentir en tu manera de
pedirme las cosas todo el amor del que hablabas en tus poemas era lo que me permitía
estar segura de que estaba haciendo era lo correcto.
De igual manera me
daba pereza tener amantes. Honestamente no me daba placer. Era medio gozar y
medio sufrir y sabes que las cosas a medias nunca me han gustado. Por eso
cuando tenía que suplicarte perdón lo hacía. Cuando tenía que llorar porque era
la única manera de que comunicarme sin hablar, lloraba, sin remordimiento ni
pena. Tenía mi propia definición de dignidad y hasta la fecha estoy muy
orgullosa de ello.
Los dos sabíamos
herirnos: éramos dos enamorados con muchos problemas dentro y malas compañías
fuera.
Ahora estamos
separados y nada puede ser peor; lo sabemos. ¿Quieres que te diga lo que opino?
Que estaríamos mejor juntos, hiriéndonos y saboteándonos. Amándonos,
exprimiendo el jugo de nuestras mentes para conocernos mejor. Leyendo en el
suelo, jugando y teniendo amor por sexo o viceversa.
Ya no tengo paz
porque no puedo mirar la vida como antes. Ahora no sé que esperar… honestamente
no espero nada.
Volviste del lugar
donde los muertos aúllan de felicidad al ya no estar con nosotros sufriendo.
Eras tierno, inteligente y amoroso. Me recordabas a los personajes de
caricaturas a los que todo el mundo quiere y que son entrañables. Volviste para
ver que no estoy aquí. Yo estoy con los muertos ahora y cuando regrese de
nuevo aquí quiero verte, por favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario