viernes, 19 de abril de 2013

Pretexto

Por mirar tanto el reloj, el tiempo ha corrido más lento que de costumbre. Mi insana obsesión acerca de que dios no quería ayudarme se había vuelto la mejor excusa para minimizarme y gritar con el rostro escurriendo que me perdonaras, nunca fui objeto de tu amor pero tu mano se cruzaba con la mía de vez en cuando, la apretabas y deslizabas tu dedo meñique por el costado de mi palma. Siempre creí que tus vestidos los lucías tan bien sólo para hacerme sentir celoso y muerto de miedo, los demás apuntaban hacia ti y te embestían con jugosas ofertas de un edén con esmog. Tus labios tocaban los míos pero tu modo de verme me hacia pensar que saboreabas más los tuyos.

Tu no lo sabes pero sé qué maquillaje usas y qué perfume te hace sentir habitante de otro continente. Nunca me hablaste de tu familia pero los amaba igual. Te ibas y volvías a mí de manera segura, era claro para ti que yo siempre te recibiera con mis pensamientos llenos de amor y de olvido, dejabas atrás tus pecados para hacerme cometer los míos, ¿Por qué si tu modo de amarme suena tan cruel sigo aquí  escribiendo cartas para ti?  la respuesta me la diste tú.

Un día desafortunado sentí que querías apartarte de este hombre sin barbilla y con ojos prominentes, me esmeré por darte una realidad a tu medida pero no conseguí interés de tu parte, rondabas por las avenida, repartiendo breves sonrisas y seguías aquí, admirando las rosas blancas que te dí yo, por supuesto.

Una noche tocó a la puerta una hermosa jovencita, de caderas perfectas y boca extrañamente pequeña, como ya te había explicado ella necesitaba ayuda con su automóvil y yo se la brindé, ella se inclinó para besarme cuando termine con mi acción de caballero, tú llegaste y lo demás ya lo sabes... me abandonaste.

El motivo de mi carta es por la añoranza y por saciar mi curiosidad, ¿Por qué no me dijiste que esa chica era tu hermana? y ¿Por que a ella no la has dejado de amar?.