sábado, 9 de noviembre de 2013

Intruso

Manteles limpios, libros ordenados, flores frescas y un reloj silencioso. Isabella colmada de perfección, porcelana pura su tejido, cabello virgen de calor. Labios que titubeaban. Para ella era una rutina, el ruido provenía del portón, recorría la cocina y se detenía frente al reloj. Pasos cortos y veloces; ligeros.

Sus rígidas amistades le cuestionaban su negativa ante tomar acciones para que el "intruso" dejara de entrar. -Deberías de tapar el hoyo de tu zaguán- le decían constantemente, pero ella siempre se rehusaba y escapaba de la conversación con absurdos pretextos.

Marco, su vecino, la mantenía vigilada todo el tiempo, le lanzaba risas desde un antaño rencor y con la mirada le daba a entender que no se detendría por nada. Ella era pulcra y solitaria, no le agradaba nada la relación que mantenía con él, ya que ningún aspecto en su vida podía salirse del borde.

Un día decidió enfrentar al "intruso" para hacerlo retirar. Esperó frente al zaguán carcomido por la humedad, se tocaba la cara con la yema de los dedos como signo de nerviosismo y de pronto, ante ella, apareció un niño de unos seis años, con el cabello lacio, labios rosas y mugre en el rostro. Sin aspavientos le gritó -¡Vete de una buena vez, ya no puedo aguantar más!- El niño pre-programado y dispuesto a herir su corazón se limitó a abrazarse de su pierna y salir por donde llegó.

Dos días más tarde una carta se hizo deslizar por el hoyo en la madera en lugar del intruso. Eran letras grandes y gordas que decían lo siguiente: "Tú, discípulo de perfección, mujer fría sin compasión dejarás de ser atormentada sólo por esta fría estación, el pequeño Julian no entrará más a tu casa desde el día de hoy. Seis años de abandono, seis años desde que apareció frente a mi lugar. Tú lo sabes, yo lo sé. Él no es una mancha que puedas borrar por que tu inmaculada vida sólo existe en tu imaginación. El niño es una bendición para el mundo y yo para ti soy un verdugo. Hasta la primavera, a menos de que ahora sí te convenzas de mudarte. Saludos cordiales, tu amigo vecino, Marco."