viernes, 27 de enero de 2012

Old Spice

Las calles por las que nunca transitaba se veían grises y con poco candor, después pudo observar monstruos con piel de gelatina que se caía a cada paso que daban, eran verdes y con olor a pasto, tullidos por el sol y por el frió. Sus zapatos marcaban desalineación, era una chica despreocupada después de todo, tenia catorce años, dos fracturas y tres abrazos de amor.

A todos incluyendo al señor Horacio que pecaba de entrometido les preocupaba de sobremanera que no tuviera amigos, animales ni vestidos bonitos; su madre que en aquel entonces solo se conformaba con llevar a cabo dudosas recetas de la televisión se había impresionado por el poco apego e importancia que tenia su hija para con las cosas. Para ponerle santo-remedio al comportamiento terrorista de la niña tuvo que llevarla a una terapia barata, tenía la esperanza de que la iba a curar como si se tratase de una infección vaginal.

El consultorio era fresco, tenía hermosas flores artificiales y polvosas, la psicóloga hablo, la niña escucho y como si fuese un libro de bolsillo se dejo leer fácilmente, dijo lo que tenía que decir.

No había diferencia entre los rostros de las personas, se sentían igual como cuando quiso participar en la obra teatral de la escuela, le dieron el papel de arbusto y aun así no se indigno, ni siquiera sintió enfado, era un papel importante, por algo estaba hecho. No había niveles ni conformismos, no había ambición, se daba el trago de la vida como se lo iban sirviendo por que todo lo que recibía era por su causa.

La madre se despertó temprano, hizo sus deberes y llevo de nuevo a su hija a la terapia. Llegando al consultorio se sentó y le dijo a la psicóloga, -Dígame, ¿Usted cree que mi hija tiene un problema?, - suspiro, -No, para nada, pero dígame usted, ¿Es verdad que le pone desodorante a la comida?.


martes, 13 de septiembre de 2011

Un lienzo mas suave

Muchas veces pensó en cambiar, no sabia como ni sabia por qué pero lo que si sabia era que hasta su pez Gordolfo la juzgaba por su estricta estética, no podía dejar pasar ni un detalle por que ella misma se reclamaba en voz alta dándole así un aire esquizofrénico.

En los días de su pre-pubertad descubrió en un puesto de revistas lo que parecía una libro, era un disparo a la vista; cabello singular y retorcido como el cable de un teléfono, colores bailadisos en perfecta armonía, su mente recibió el llamado; ella ya no seria común y corriente, quería resaltar como lo hacían las albóndigas en un plato lleno de espaguetis, con un gesto algo travieso uso su creatividad para algo mas que pintar.

Como era de esperar su madre puso el grito en el cielo... ¿Como podía ser posible que a su hija se le metiera tan retorcida idea en la cabeza?,-hija, como puedes ver somos pobres, eso de vestirte a la moda, llamar la atención...mmm nomas no es para nosotras, te ves bonita así como estas, ándale cepíllese los dientes y váyase a dormir-.

Sin resignarse comenzó a ahorrar (lo que nunca había hecho) se fue a buscar lugares pulgosos, donde marcas que habían causado sensación yacían entre baratijas y hormigas, pensaba que había que verle lo bueno a las cosas; adquirió cosas de $2 y $3 pesos, completo lo que tenia en la cabeza, "tomo prestados" zapatos viejos de su mamá... se sentía bien, se sentía ella misma.

Para sorpresa de todos las criticas no tenían sentido para ella, mucho menos para avergonzarse, ella diseñaba, se atrevía, se arriesgaba y aunque no lucraba con esto ella era totalmente una artista.


jueves, 5 de mayo de 2011

Niñas


Las abejas hablan cuando logras entender las diferencias de los demás, esto lo descubrió Cuivalda el día en que corrió, el día en que sus pies alcanzaron la velocidad de sus pensamientos. Recordaba el sonido de las hojas secas muriendo entre sus pies, las flores que molestas golpeaban su rostro con elegancia, ese olor a humedad que se conectaba con el miedo en sus rodillas, podía acordarse de su mirada clavada en terror, su cuerpo se mecía como una silla vieja; su padre se estaba hundiendo en la tierra.

Su cumpleaños numero once estaba por llegar, su fiesta seria tradicional, velas, ponies, hadas, borrachos y tal vez regalos, era lo de cada año, era el mismo presupuesto, el mismo desgano y el mismo Pepto Bismol.

Para ese día tenia bien guardado un vestido que le había propinado la anciana Hak, la chica dulce de los 113 años, era una señora que vendía duendes en frasquitos y composta, por obvias razones tenia un sin fin de demandas de familias duende inconformes con los productos que ella ofrecía.

El pueblo parecía tranquilo ese mes, su cumpleaños no era un día especial, solo que por lo menos este año no estaría sola, tenia una manada de amigas con las que tenia un pequeño negocio de panques sin azúcar para guardar la linea, todas ellas asistirían a la fiesta, ah... vestían de colores pasteles, eso le encantaba a Cuivalda.


Todas ellas eran chismosas, compartían travesuras y el gusto por la lechuga pero Tanni,
Tanni, Tanni era la mejor de todas, parecía la vista de si misma en un charco maloliente, podía pasar un ciclo escolar entero viéndola girar, su vestido alzaba el vuelo como las aves que se congregaban en el árbol del vecino, tenia listones en su cabello, perlas en sus oídos, flores en sus ojos y un lugar muy hondo en la mente de Cuivalda, era su mejor amiga, la mejor.

Cuivalda no pretendía comprender por qué pensaba tanto en su amiga, por qué sus ojos se hacían mas claros al mirarla y por qué reía como estúpida con sus chistes verdes, lo único que sabia y que entendía perfectamente es que ella la quería mucho; un abrigo de amor no podía combinar mal con nada.

Tal vez ella si sabia lo que hacia, lo que quería, lo que amaba y lo que perseguía, no flotaba en miedo como muchos otros. Ella sentía amor por ella, así de simple.

Ese día al suspirar el triple de veces de sus años se sentó emocionada a comentárselo a su padre, era su primer amor, quizás el ultimo, quizás no, el señor Frirdam con una negra tibieza en el rostro trono los dientes, la empujo hacia el sofá cama y grito con el mismo honor con el que se canta el himno nacional: "Antes de que seas una puta que me trague la tierra".



lunes, 10 de enero de 2011

Un título cucaracha


Mientras colocaba a la cucaracha en la camilla me venían ideas retorcidas como las plantas sin guía, mi imaginación era fresca, mentosa y tangible; veía un arsenal de pequeños conejos siendo aplastados por personas de piel color gris y sin boca.

Preparaba el bisturí y demás artilugios, la cucaracha me observaba atónita, como si estuviera ante un insecticida. -Chiquita, le dije, esto si te va a doler pero puedes distraerte en algo, ¿quieres cantar?- -No, la música me desagrada, es muy común como ustedes los humanos, espero no te ofendas-. -No, como ofenderme, tienes razón, aunque existen excepciones ¿no te parece?-, la cucaracha negó con la cabeza, movía las antenas y brillaba con la luz de mi lampara rentada. -Te diré una cosa, los humanos son muy predecibles, por eso estoy aquí, a veces me repugnan-.

La cucaracha discursaba y yo limpiaba, esterilizaba y me preparaba para mi graduación. -Todos los seres humanos en cuanto me ven tienen la misma expresión, exclaman la misma injuria, la misma cantaleta, a todos les doy asco, a todos, es una estupidez, no son hombres de ciencia, discúlpame. Leen y no piensan, es como si todos fueran un corte y pega, siguen formulas, estereotipos, moldes para nunca nunca de los nuncas equivocarse, bah... es un cuento de nunca acabar, por eso quiero cambiar lo que soy, es triste que ellos puedan teclear y tomar un libro y yo este aquí en esta plancha contigo, pero de todos modos gracias-.

Mis años en la facultad de medicina adjuntaban un sin numero de fotografías, fiestas, salones, poses; los recordaba con añoranza a cada uno de mis verdaderos amigos, a ellos no les importaba en lo absoluto prestarme para la borrachera del viernes cuando me quedaba sin dinero, me enseñaron a fumar y me ayudaban a contestar mis examenes, en verdad eran buenos amigos. Esta cucaracha es muy extraña, parece estar llena de odio, es una envidiosa.

Colgué la toga y el birrete, tome el bisturí y lo encaje en el abdomen de la cucaracha, misma que comenzó a despedirse de mi, -Humana generosa, gracias por terminar con mi vida, aunque, te has confundido, jamás pedí que me asesinaras, solo quería que me trataras distinto a como me tratan los demás pero, créeme, seras una gran Doctora.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Retazos de silencio



Mari Liu Dertinoli vivía en una de las calles más ruidosas de todo el mundo, esta tenia un nombre peculiar que los niños no podían pronunciar "refreggerthisucks". Para los adultos era muy sencillo vivir en este lugar, se gritaba por afición y no por necesidad, los niños y jóvenes aguantaban aquellos berridos que aunque los ponían al borde de la histeria los inspiraban para lograr cosas sorprendentes.

Ahí estaba Mari en un día como cualquier otro con la diferencia de que en este se despertó bastante temprano sin razón aparente, bajo las escaleras, tomo unas tijeras y se planteo una cuestión ¿que seria mejor, cortarles la lengua a los adultos o cortarse los oídos ella misma?.

Así transcurrieron los días, ella repetía esta acción cada mañana pero aun no decidía que hacer para acabar con esta locura, sola no podría, así que se le ocurrió hacer una reunión con otros adolescentes y chámacos, una conspiración disfrazada de "fiesta".

El tema de la reunión era ese "orejas" y "lenguas", así que todos vestían de manera elegante, algunos traían consigo cobijas, bufandas, orejotas y enormes lenguas,se miraban las caras, risueños, como si estuvieran frente a una revolución. La mecánica seria una votación, claro que Mari intuía el resultado... seguramente los padres perderían la lengua.

Las copas llenas de refresco espumoso, los caramelos picaban los dientes de los niños y morían al instante cual abejas, las greñas largas y enredadas de las jovenzuelas se movían al son de unos discos viejos, Mari decía entre gritos que los padres al crecer perdían el don del habla coherente y lo reemplazaban por gritos, sorbía jugo de un popote mientras susurraba - Yo perdí el manual de la televisión y no por eso le grito todo el día-.

En un acto de cobardía Juanin saco una resortera y dijo - Nadie se acercara a mis padres, yo los quiero y me compran muchas cosas, mejor que Mari lo haga primero, veamos si así se resuelve el problema- al parecer todos quedaron convencidos, Mari haciendo volar sus ojos a las cuatro paredes de la sala soltó una carcajada y exclamo -¡Claro que seré la primera, marica!-.

La noche en que los padres de Mari Liu serian mutilados, escarbo muy minuciosamente en su habitación con la intención de encontrar recuerdos bellos que la hicieran desistir. En un alhajero encontró un pedazo de mármol, este le pertenecía a un jarrón que su padre había estrellado contra el piso cuando Mari había echado a perder su reloj favorito. En un libro encontró una de las tantas cartas secretas que su madre intercambiaba con un vecino casado. Repasaba mental e imaginativamente las peleas llenas de ardor que sostenía con sus progenitores, había una constante, algo que le daba solución a todo.

Corrió al parque y con una flauta-sombrilla reunió a todos jóvenes que pudo...los arboles atentos a lo que parecía un anuncio importante inclinaron sus ramas, los autos prendieron sus luces y los gatos bajaron de las azoteas, -Chicos, la solución la tengo y creo que todos estaremos de acuerdo, ¡nadie perderá la lengua!, serán los orejas!- los jóvenes asustados gritaban que no, que nadie se dejaría cortar las orejas, Mari lanzo una risita burlona y dijo un poco más quedo -No, nuestros padres son los que perderán sus oídos, pues no los usan...no saben escuchar-.

viernes, 15 de octubre de 2010

El viento se la robo

Transcurrían melosos los días, Alguito contemplaba el cielo y se sonrojaba al ver la foto de Barfli, la niña que merodeaba los huequitos de su corazón de papel melón. La había conocido en una feria carnavalesca mientras insultaba al vendedor de algodones; esa estampa que tenia, ruda y tierna a la vez lo había enganchado por completo.

Salían en las tardes cuando el sol bailaba twist en los pasillos del pueblito, no tenían grandes proyectos, problemas o infecciones cutáneas, lo único que poseían era una gran sonrisa y un beso tronador para compartir, la gente decía que era un linda pareja.

Uno de esos días comunes y ruidosos, el otoño entro al pueblo, maldecía a unos cuantos y besaba a las hojas de los arboles haciéndolas desmayar; con él, el viento se manifestaba, omnipotente, escurridizo y violento, como si todos los lamentos e injurias de los habitantes se fueran regando en los espacios de aquel lugar.

Fue entonces que Barfli comenzó a sufrir una especie de metamorfosis, su cabello ya no era despeinado, más bien era arreglado y bicolor, su labios eran rosas y marcados, sus ojos mostraban altivez y desorientación...Alguito no entendía lo que le estaba sucediendo; ¿por que hablaba tanto de un tal Don Dinero?, ¿que era lo que este hacia para tener a la niña a sus pies?. Y así como su aspecto, la personalidad de Barfli se fue deshaciendo como un helado a la intemperie, no había razón, no había corazón...solo el cascaron.

El cambio fue tan repentino que Alguito llego a la conclusión que el único culpable de este infortunio era el viento...si, este llego, la hizo danzar hasta lo que la gente llama ambición, la embrujo, la hipnotizo y al fin la cazo...el viento se la robo. La verdadera Barfli yacía en los confines de la humildad, esta que por ser austera se refugiaba en las montañas más altas...escondida, ermitaña. La chica de la que estaba enamorado había sido raptada, esta que se presentaba ante el, era un farsa, una mentira, una muñeca de cuerda.

El alma de la chica podía estar paseando, recorriendo caminos y alojándose en alguna extraña con sonrisa dulce, mientras tanto Alguito seguiría buscando, seguiría peleando por eso que el viento robo y que sabia que encontraría, tal vez en otra piel, con otra voz, con otro nombre, pero al final seria a misma Barfli, la niña de sus sueños.

sábado, 25 de septiembre de 2010

El hombre solitario esperando a su dama con su copa de poco vino


-No me dices nada, ¿acaso quieres irte de mi lado?-; el hombre perplejo con miradas rasposas tartamudeaba al son de la gotera en la sala, su casa hecha de algodón fino venia acarreando la humedad de 500 años, convivía con las nueces y comía tortugas de vez en cuando. Su aspecto altanero y narcisista lo convertía en un espectro, solo, cohabitante de su locura.

El vino era el que siempre escuchaba atento, se sumergía en sus adentros, acariciaba su garganta y reposaba en sus órganos hechos añicos...se rumoraba que esperaba a alguien, lo hacia atento y taciturno toda las noches, en la misma ventana, en el mismo sofá.

Los que llegaban a verlo creían que no tenia alma, podían jurar que esos 21 gramos se habían mezclado con el licor para que así, fermentado sólo quedara un duro y soberbio cascaron, no era una "gente" , más bien era un traje suspendido en la nada, no había explicaciones coherentes, no había trucos de magia, solo indiferencia o una pizca de curiosidad.

A las nueve en punto, cuando su reloj temblaba de prisa, miraba la puerta, sostenía su copa y carcajeaba alardeando...-¿No quieres hablar...?, ¿me quieres dejar?-, susurraba, -Bien, déjame entonces, el vino es mi fiel amante, tu mi sombra incinerada, ¡ márchate ya!, seras miserable por el resto de tus días-. Así pues, cada noche se podía escuchar el azotar de una puerta, a la misma hora sin falta...después que aquello el hombre se soltaba a llorar y quebraba el vidrio contra la puerta, se podía apreciar un rostro repleto de lágrimas tintas; esas lágrimas eran de vino...su fiel amante.